-¿Por qué no a Júpiter? -le dijo san Pedro.
-No, demasiada gravedad, cuesta mucho caminar por allí -respondió Dios.
-Bueno, ¿qué tal Mercurio?
-No, demasiado calor.
-Vale -contestó san Pedro-. ¿Y la Tierra?
-No -dijo Dios-. Hay mucho chismorreo. Cuando estuve allí hace dos mil años, tuve un asunto con una judía y aún están hablando de ello.
La biblia del ateo. Una ilustre colección de pensamientos irreverentes (2007), de Joan Konner
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