
Después de la Primera Guerra Mundial se produjo un gran cambio en la moda. La mujer se incorporó al trabajo, consiguiendo emanciparse y liberarse de la opresión machista de la sociedad. Se cortan el cabello a la Garçonne (mujeres andrógenas), y sus trajes se vuelven sencillos para poder ir a trabajar y caminar rápido. No hay casi hombres con lo que el papel de esposa y madre quedó relegado para soñar con ser actriz, bailarina o parecerse a ellas. La moda ya no la dictaban la aristocracia sino las actrices de las películas de cine y los artistas, pintores, escritores, que buscaban nuevas formas.
En Estados Unidos, con la Ley Seca, muchos bares y cabarés tuvieron que cerrar, y, en su lugar, se crearon clubes de jazz privados. Esta discrepancia entre el movimiento religioso de abstinencia de la bebida y de respeto a la ley, y la realidad de consumo habitual de alcohol condujo a un desprecio extendido hacia la autoridad. Su actitud independiente y feminista parece haber tenido cierta influencia sobre la actitud posterior de muchas otras mujeres.
Escritores y artistas estadounidenses como F. Scott Fitzgerald, John Held Jr. y Anita Loos popularizaron esta moda y actitud social en sus obras, dando la imagen de que las flappers eran mujeres independientes y atractivas. La actriz Clara Bow es citada con frecuencia como ejemplo de flapper típica. Entre los que criticaron la locura flapper se encontraba la escritora y crítica Dorothy Parker. Ella escribió "Flappers: Una Canción de odio" para burlarse de la moda.
Las Gibson girls (dibujos de pin-ups de los años 1890) suelen considerarse como un precedente, pero las flappers aparecieron en el periodo de liberalismo que siguió a la Primera Guerra Mundial.