Un explorador se despierta dentro de una marmita gigante con agua hirviendo. Mira a su alrededor y se encuentra con toda una tribu de caníbales acechándole con la boca hecha agua.
El explorador, acojonado, dice:
-¡Ya la he cagado!
De repente, el tormentoso cielo se abre y asoma un rayo de luz que lo ilumina, mientras una voz grave le dice:
-No, aún no la has cagado; arrebátale la lanza al jefe de la tribu y mata a su único hijo.
El explorador, con las fuerzas recobradas por la esperanza, salta de la marmita, le quita la lanza al jefe de la tribu y de un certero movimiento, atraviesa el corazón de su hijo. Durante un segundo, toda la tribu permanece en silencio, anonadados.
En ese momento, se escucha de nuevo la voz grave:
-¡Ahora, ahora sí que la has cagado!
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