miércoles, agosto 29, 2007

El Misterio del Mary Celeste



El Mary Celeste fue construido en 1860, en los astilleros de Joshua Dewis, situados en Spencer's Island, Nueva Escocia; fue el primer barco de un consorcio de constructores navales. Originalmente se llamó Amazon, y fue botado en 1861, el año en que comenzó la guerra civil norteamericana. Las tragedias empezaron poco después, cuando su primer capitán, un escocés llamado Robert McLellan, cayó enfermo y murió. Entonces asumió el mando un tal John Nutting Parker, quien capitaneó el primer viaje del Amazon, pero el barco tropezó con una encañizada de pesca cerca de Maine, sufrió daños en el casco y tuvo que volver a los astilleros para ser reparado. Mientras estaba allí se produjo un incendio, que costó el puesto al capitán Parker..

El Amazon cruzó por primera vez el Atlántico sin problemas, hasta que llegó al estrecho de Dover y choco con un bergantín. El bergantín se hundió, el Amazon tuvo que ser reparado de nuevo y su tercer capitán marchó en busca de otro puesto.

Después de las reparaciones y del nombramiento de otro capitán, el Amazon volvió a América y, acto seguido encalló cerca de CowBay, en la isla de Cape Breton, Nueva Escocia.

A partir de ahí, la historia del Amazon se vuelve algo confusa. Fue sacado de las rocas y reparado, pero parece que fue vendido varias veces. Varios de sus propietarios quebraron y ninguno de ellos obtuvo beneficios de su contacto con el barco. Finalmente llegó a las manos de J. H. Winchester & Co., consorcio de armadores de Nueva York. A esas alturas, el Amazon ya no se parecía en nada al barco que salió del astillero de Joshua Dewis. Había sido agrandado, llevaba los colores norteamericanos y se llamaba Mary Celeste.

El 7 de noviembre de 1872, zarpó del puerto de Nueva York el “Mary Celeste”, al frente del mismo un capitán de 37 años, Benjamín S. Briggs, de probada experiencia como marino, junto a él su mujer y su hija de dos años, y una tripulación compuesta por 7 marineros. La carga 1.907 barriles de alcohol industrial pedidos por la firma genovesa H. Mascarenhas con el objetivo de aumentar el porcentaje de alcohol en el vino. Según el diario de a bordo, el bergantín llegó a las Azores el 24 de noviembre y a la noche siguiente se encontró con mal tiempo. No hay más anotaciones, pero en la pizarra del puente (donde se anotaban las diferentes posiciones antes de pasarlas al libro de navegación) figuraba que el Mary Celeste se encontraba exactamente al nordeste de la isla de Santa María. Es todo un misterio lo que sucedió al barco desde entonces hasta que fue hallado a la deriva y sin nadie a bordo.



Un mes después, exactamente el 5 de diciembre, la tripulación del Dei Gratia, un barco que navegaba desde Nueva York hasta Gibraltar, avistó el bergantín cerca de las Azores, a las tres de la tarde. El capitán de este otro barco conocía al señor Briggs, por lo que cuando estuvieron los dos barcos lo suficientemente cerca y leyó el nombre, se asustó, ya que seguidamente se dio cuenta de que no había nadie en cubierta. Este mandó a algunos de sus hombres que pasaran al Mary Celeste, por si necesitaban ayuda. Al llegar al barco, no encontraron a ninguno de los tripulantes ni a la familia Briggs. y la ropa estaba ordenada en sus respectivos cajones. No encontraron el bote salvavidas, el sextante, el cronómetro, ni la bitácora. El diario de navegación se encontraba en el cuarto del capitán, la última anotación era del día 24 de noviembre, pero no señalaba nada relevante. Según ese diario, encontraron algo mal el tiempo, pero nada muy grave.

Después de esta inspección, la tripulación del Dei Gratia decidió llevar el bergantín hasta Gibraltar, para allí examinarlo mejor y encontrar una respuesta al misterio. Al llegar a puerto, sometieron al señor Morehouse, capitán del Dei Gratia, a diversos juicios y interrogatorios para encontrar una respuesta. Pero no se descubrieron cosas significativas, y el capitán Morehouse recibió una recompensa de alrededor de 8.000 libras esterlinas por el rescate del bajel.

El fiscal general de Gibraltar y abogado general de la Reina en su oficina de Almirantazgo era un burócrata excitable, arrogante y pomposo, llamado Frederick Solly Flood; consideró que el abandono del Mary Celeste sólo podía explicarse como resultado de asesinato y piratería. Sin la intervención de Solly Flood, el misterio del Mary Celeste seguramente se habría desvanecido en el olvido, pero sus acusaciones en las audiencias de la corte del Vice Almirantazgo atrajeron la atención del mundo.

Primero, Flood acusó a la tripulación -ausente- del Mary Celeste de haber obtenido acceso al cargamento de alcohol y haber matado al capitán Briggs, a su mujer, a su hijita y al primer oficial Richardson en una furia alcohólica. Es una teoría que fue propuesta muchas veces desde entonces, una vez por William A. Richard, secretario del Tesoro de los Estados Unidos, en una carta abierta publicada en la primera página del New York Times en 1873. Pero la carga era de alcohol desnaturalizado que, de ser bebido, hubiera provocado dolores agudos a los bebedores mucho antes de que pudieran emborracharse. Flood tuvo que abandonar su teoría.

Después sugirió que Briggs y Morehouse eran cómplices. Briggs, dijo Flood, mató a su tripulación, se deshizo de los cuerpos y después se dirigió en el bote a un destino prefijado con el capitán Morehouse que, mientras tanto, encontraría al Mary Celeste abandonado, lo llevaría a Gibraltar y reclamaría el dinero del rescate. Los dos se encontrarían después y dividirían sus ilícitas ganancias. La teoría podría ser plausible, pero no hubo ni hay pruebas de que Briggs y Morehouse fueran delincuentes. Además, Briggs era propietario de una parte del Mary Celeste y su parte del dinero del rescate equivalía al que tenía invertido en el barco. Flood acabó por desechar también esta idea.

Su tercera sugerencia fue que el capitán Morehouse y la tripulación del Dei Gratia habían abordado al Mary Celeste y asesinado a todos los que estaban a bordo. Flood se esforzó por que el tribunal aceptara esto, pero lo único que logró fue crear una atmósfera de desconfianza en la que Morehouse y su tripulación eran considerados culpables hasta que pudieran demostrar su inocencia. Afortunadamente, la corte del Vice-Almirantazgo denuncio un abuso tan flagrante de la ley y limpió a Morehouse y a sus hombres de toda sospecha.

El Mary Celeste fue devuelto a James H. Winchester, y bajo el mando del capitán George W. Blatchford continuó su viaje hasta Génova, donde finalmente entregó su carga. Entonces, Winchester lo vendió -se dijo que con una considerable pérdida- y a lo largo de los 12 años siguientes el barco cambió de manos no menos de 17 veces. Ninguno de sus propietarios dijo nunca una buena palabra de él. Anduvo dando bandazos por la costa de los Estados Unidos, perdiendo cargamentos, velas y marineros, encallando e incendiándose con increíble regularidad. Parecía que el Mary Celeste era víctima, desde que fue botado, de una espe
cie de maldición.

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